Tener
un niño discapacitado, cualquiera que sea su problema (físico o mental), es muy
duro de aceptar y de manejar. De hecho al principio muchos sienten rechazo
hacia la posibilidad de tener un hijo discapacitado en especial el autismo.
Los padres se pueden
sentir culpables, preocupados, confundidos, y desesperanzados con respecto al
futuro del pequeño. Todas estas reacciones emocionales son válidas y legítimas,
es aquí cuando el médico entra a jugar un papel importante, por una parte
brindar apoyo emocional y por la otra brindar ayuda profesional para tratar de
sobrellevar el problema.
El autismo no es muy frecuente de conseguir en la calle, en los centros
comerciales, en los parques, además que muchos niños autistas parecen normales.
La mayoría de las personas sabe poco sobre esto, haciendo que los padres se
sientan solos y extraños en la sociedad. De allí es que han surgido
asociaciones de ayuda y atención de padres de niños autistas, para lograr la
aceptación del problema y de someterse a la terapia adecuada a cada caso.
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